La historia de la República Popular China puede dividirse en dos etapas
claramente diferenciadas. La primera estuvo dominada por la figura de
Mao Tse Tung, que defendió una visión revolucionaria del comunismo
en la que todos los aspectos de la sociedad, la cultura, la economía y
la política debían estar al servicio de la causa ideológica. Las
políticas radicales de Mao llevaron a momentos de crisis en los que
otros dirigentes del Partido cuestionarían su autoridad, intentando
apartar a Mao de las labores de gobierno, momentos en los que Mao
reaccionó lanzando intensas campañas de reafirmación ideológica. Entre
esas campañas merecen especial mención el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, cuyos efectos sobre la sociedad china se dejarían sentir durante mucho tiempo. Tras la muerte de Mao en 1976, su sucesor Hua Guofeng acabará cediendo el poder a Deng Xiaoping,
líder pragmático que pondrá fin a las políticas revolucionarias y,
manteniendo el carácter centralista y autoritario del Estado, pondrá en
marcha una serie de reformas que iniciarían un proceso de intenso
crecimiento económico.
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